A lo largo de la historia se han fabricado y diseñado miles de coches deportivos, rápidos, con buen manejo y capaces de hacerte disfrutar al volante. Pero si te pregunto una sola cosa que haga diferente a los deportivos fabricados por Porsche, podría incluso leerte la mente. Y no, no es que tenga habilidades telepáticas, pero estoy casi seguro de que me dirías que es su configuración de motor trasero lo que los hace tan especiales.
Sin embargo, el Porsche 944 no contaba con el propulsor colgando del eje trasero. Hecho por el cual en la época fue desterrado por siempre del olimpo de los Porsche, aunque hoy en día tenemos los Cayenne, Macan y Panamera de los que nadie se queja… En cualquier caso, la historia del Porsche 944 que hoy te voy a contar probablemente sería la historia de un Volkswagen si todo hubiera seguido su curso.
Porsche 924, el hereje antecesor.
No te puedo hablar de la historia del Porsche 944 sin hablarte antes del Porsche 924, su antecesor, con el que comparte la mayoría de sus componentes. Corría el año 1970 y los pequeños deportivos nipones como el Nissan Datsun 240Z estaban haciendo el agosto en Europa. Desde la dirección de Volkswagen se dieron cuenta de esto y decidieron crear su propio deportivo. Sin embargo, los de Wolfsburgo no tenían experiencia en el desarrollo de este tipo de coches.
Pero sí que tenían un as en la manga. Desde la creación de la propia Porsche, ambas marcas habían estado estrechamente relacionadas. El fundador de Porsche, Ferdinand Porsche, había diseñado el Beetle original. El primer modelo de los de Stuttgart, el 356, estaba fabricado con chasis Volkswagen. Incluso posteriores modelos como el 914 se comercializaban como VW-Porsche. Por ello, les pidieron que desarrollaran un deportivo para rivalizar en este segmento.
Se inició entonces el proyecto EA425. Para mantener los costos de desarrollo y producción bajos, se debía de reutilizar la mayor cantidad de elementos del grupo VAG. El motor se tomó directamente del banco de órganos de Volkswagen y era un cuatro cilindros con dos litros y 125 CV refrigerado por agua. Eso sí, se decidió que fuese propulsión con la caja de cambios montada en el eje trasero a través de un sistema transaxle. De esta forma el coche tenía un reparto de masas de prácticamente el 50/50 en cada eje.
Un giro en la historia
Sin embargo, para 1973, la crisis del petróleo y una serie de modificaciones en la normativa de homologación de vehículos hicieron que Volkswagen abandonase el proyecto. En parte, también porque en ese momento estaban desarrollando el Scirocco, más económico para su tipo de cliente habitual. Pero Porsche había invertido demasiado tiempo y esfuerzo como para tirar el proyecto a la basura. Así que decidieron comprar la licencia y continuar desarrollándolo por su cuenta.
De este modo el Porsche 924 aparecía en los concesionarios de la marca como sustituto en la gama de acceso del 914. Ya os podéis imaginar la reacción de los fanáticos. Un Porsche con motor delantero y refrigerado por agua no era un Porsche. A pesar de ello, el coche fue un éxito en ventas. Al fin y al cabo era un Porsche accesible para el “gran público” y a la mayoría de gente le daba igual la ubicación del motor o su refrigeración.
Aunque realmente no sé de qué se quejaban los puristas. Al fin y al cabo el 356, el primer Porsche de la historia, no era más que un Beetle recarrozado, y que nadie se me ofenda. Bueno quizás la mano de Ferdinand Porsche hacía que ese “escarabajo recarrozado” fuera mucho mejor que el original, pero no quiero entrar en eso. La cuestión es que en 1981, y para mejorar su imagen, los de Stuttgart lanzaron su sucesor, el Porsche 944.
Porsche 944 de producción
El 924, como ya te he dicho, se convirtió en un tremendo éxito en ventas. Por ello en Porsche se limitaron prácticamente a cambiar aquello que no había terminado de funcionar: el motor. Aunque del propulsor te hablaré más adelante. Vayamos primero a lo que había gustado a tantos, la estética. El Porsche 944 heredaba la estética del 924, aunque se habían incorporado nuevas aletas más anchas tanto en la parte delantera como en la trasera.
Tanto el 924 como el 944 tenían un diseño limpio y contemporáneo que aún hoy día se ve atractivo. Se diseñó un frontal muy afilado y trasera más alta que conseguían acuñar el coche hacia delante. Como en tantos otros deportivos de los años setenta y ochenta, los faros delanteros eran escamoteables. En la parte trasera la mayor particularidad estaba en la luneta. Se configuraba por una gran superficie de cristal que mordía las aletas traseras y hacía las veces de portón para el maletero.
Las versiones turbo del Porsche 944 cambiaban estéticamente poco con respecto a las normales. Se montaba un nuevo paragolpes delantero con entradas de aire en la parte superior, así como aditamentos aerodinámicos. El paragolpes trasero también fue rediseñado y, de nuevo, se añadieron apéndices aerodinámicos junto con una nueva salida de escape. Además, se incluyeron nuevas llantas con neumáticos más anchos para el eje trasero y un alerón más grande.
Interior y motores
Si en el exterior los cambios habían sido mínimos, en el interior sí que teníamos un gran salto adelante. El diseño simple y de materiales básicos del 924 dio paso a un interior más moderno, sofisticado y con mejores materiales en el 944. El salpicadero estaba forrado en cuero, así como los tapizados. Se instalaron unos asientos de tipo semi baquet y un volante rediseñado. Con todo, el interior del Porsche 944 se sentía mucho mejor, mucho más Porsche y se acercaba en materiales y refinamiento al de un 911 de la época.
Pero lo que de verdad hacía al Porsche 944 diferente del 924 era lo que tenía bajo el capó. Los de Stuttgart decidieron que la broma de montar un motor Volkswagen ya no tenía gracia. Hubiera sido muy sencillo entonces montar el motor V8 de cinco litros que desarrollaba 240 CV montado en el 928 con idéntica configuración de motor delantero y tracción trasera. Pero en ese caso, obligaría a subir el precio final y perdería ese factor económico que había llevado al éxito al 924.
La solución entonces fue coger ese motor V8 del 928, cortarlo por la mitad y crear a partir de él un cuatro cilindros en línea de dos litros y medio y 163 CV. Además, también se actualizaron respecto al 924 los frenos y las suspensiones, haciendo que el coche fuera más rápido y que también se comportase mejor. Como debería de hacerlo un Porsche.
En 1986 llegó la versión más radical, el Turbo. Al bloque de dos litros y medio y cuatro cilindros se le agregó un turbo para llevarlo hasta los 220 CV. Esto hizo que mejorase en 3 segundos el 0 a 100 km/h con respecto la versión atmosférica. Ese mismo año nacería también el 944S, pensado para cubrir el hueco de prestaciones y precio entre el normal y el Turbo. Para él se creó una nueva culata con doble árbol de levas y 16 válvulas, así como colectores de admisión y escape más trabajados. De esta forma alcanzaba los 190 CV.
Porsche 944: El gran olvidado que empieza a no serlo tanto
Hasta hace unos pocos años el Porsche 944 era uno de los grandes olvidados para la mayoría de la gente que buscaba un clásico. Aunque se vendió muy bien en su época, su pasado Volkswagen a través del 924 ha pesado tremendamente a la saga 924/944/968. Hecho que ha propiciado que no sea un clásico de deseo para muchos. Sin embargo, como te he dicho, la cosa cambió hace unos años.
Los precios en el mercado de segunda mano no han parado de subir desde hace unos años hasta ahora. Es cierto que las versiones Turbo y S aguantaron mejor los precios, pero para las versiones normales no han hecho más que incrementarse. El Porsche 924 y el 944 fueron odiados por los puristas en la época por lo que fueron, pero hoy en día son buscados por lo que son. Como a muchos grandes del pasado, el reconocimiento de lo bueno que era le ha llegado una vez muerto.
No quiero cerrar el artículo sin mencionar que no conoceríamos a la Porsche de hoy en día de no ser por el 924. Por aquel entonces, cuando se lanzó, la marca no atravesaba por su mejor estado financiero. El éxito en ventas del 924 y del 944 hicieron que la marca pudiera sobrevivir unos cuantos años más y poder convertirse en lo que hoy es. Aunque a salvar la marca también contribuyó años más tarde el Cayenne, pese a que esa historia no nos guste tanto.
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Si de pequeño Obélix se cayó a una marmita llena de poción mágica, yo me caí dentro de un gran bidón de gasolina. Desde entonces todo lo que lleve cuatro ruedas y se conduzca con un volante se ha convertido en mi gran pasión. Ahora tengo la suerte de poder compartirlo a través de HolyCars.