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Esta es la historia del Lamborghini Diablo, el último toro de Marcello Gandini

Rival directo del Ferrari F40 y el Porsche 959... menuda época los años 90.

Lamborghini Diablo

Lamborghini Diablo. Madre mía, si es que hasta el nombre asusta. Mira que hay Lamborghinis con nombres curiosos (lógico, cuando tus coches comparten nombre con el de toros de lidia), pero este en concreto infunde respeto e incluso miedo. Normal que en México le cambiaran el nombre por otro menos diabólico…
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Justo antes de iniciar la década de los 90 y con Lamborghini plenamente consolidada como fabricante de superdeportivos, la marca de Sant’Agata Bolognese se propuso lanzar al mercado un modelo con el cual superar al Countach. La tarea era prácticamente imposible a nivel estético, aunque algo más factible a nivel prestacional. Aunque el Countach había supuesto todo un éxito y se llegaron a vender más de 2.000 unidades, lo cierto es que las crisis petroleras previas habían mermado mucho la salud económica de la compañía, que fue adquirida por la americana Chrysler en 1987.

Lamborghini Diablo

Pues bien, Chrysler llegó y lo primero que hizo fue finalizar el Project 132, que es como se denominaba internamente al prototipo de lo que posteriormente sería el Diablo. Un coche que, aunque haya sido absolutamente espectacular desde su primera versión hasta la última, tenía un diseño algo diferente al que finalmente vio la luz en 1990. Originalmente fue diseñado por el italiano Marcello Gandini, responsable de los diseños de otros modelos de la marca -como el Countach o el Miura, entre otros- y de algunos modelos tan icónicos como Lancia Stratos o el Bugatti EB110.

Pero claro, cuando Gandini inició el proyecto Lamborghini no era propiedad de Chrysler, que «suavizó» un poco el diseño del Diablo. Si la versión final es la que todos conocemos, os podéis imaginar como era la inicial. Pero claro, Gandini estaba muy crecido en esa época, porque de su lápiz había salido el mismísimo Countach.

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30 millones de pesetas por un coche inconducible

Cuando fue presentado en sociedad el Lamborghini Diablo montaba un enorme motor V12 de 5,7 litros que entregaba una potencia de 492 CV y un par máximo de 579 Nm. Esta cifra no pararía de crecer a lo largo de las sucesivas versiones que fue acumulando a lo largo de su vida comercial.

Pero una de las características más curiosas del Diablo es la gran cantidad de críticas que recibió con respecto a su comportamiento. Es evidente que a nivel estético es indiscutible su gran deportividad y presencia, pero parece que ponerse al volante era realmente vivir algo muy parecido a tener que domar al Diablo (el del infierno, no el coche). Según parece, la visibilidad era malísima y el comportamiento del coche muy irregular e impredecible.

Lamborghini Diablo

Vibraba mucho, las marchas entraban cuando les daba la gana, se derretían los faros traseros y partes de la carrocería por el calor del motor… una serie de fallos absolutamente inaceptables, pero que ya forman parte de la leyenda de este coche. Porque a su vez, que sea tan rudo y tan poco refinado forma parte de su esencia.

Tres años después de su lanzamiento, en 1993, Lamborghini lanzó una nueva versión del Diablo, llamada VT. Esta versión disponía de un diferencial central viscoso y tracción a las cuatro ruedas, y llegó acompañada de una versión descapotable. A lo largo de los años 90 llegaron algunas versiones más, como la mítica Super Veloce o el Diablo GT.

La compra de Lamborghini por parte Audi fue el renacer de la marca

A finales de los 90 el Diablo se estaba acercando al final de su vida comercial, pero como si de un buen vino se tratase, con el paso de los años fue mejorando y en su jubilación lucía mucho más joven que en su lanzamiento. El motivo fue el cambio de manos de la empresa, que ya no era propiedad de Chrysler… sino que había pasado a formar parte del enorme grupo automovilístico del que todavía hoy forma parte.

Lamborghini Diablo

Ese enorme grupo es, como bien sabrás, el Grupo VAG. Pues bien, dentro del enorme conglomerado de marcas que forman parte de la empresa alemana se encuentra Audi, que fue la que compró la marca Lamborghini en 1996. A decir verdad, una compra excelente… y si no, basta con mirar las cifras de venta actuales.

En el momento de la adquisición Lamborghini comercializaba la versión más exclusiva del Diablo, llamada SV. Unas siglas que no se habían utilizado desde el Miura, aunque hay que reconocer que los modelos sustitutos del Diablo (Murciélago y Aventador) las hayan popularizado. Sea como fuere, bajo el nuevo mandato de Audi el Diablo recibió un restyling que afectaba principalmente a su diseño y a su calidad general.

Lamborghini Diablo

Los faros delanteros escamoteables dieron paso a unos integrados por cuestiones de seguridad, y por primera vez el Diablo montó un sistema de frenos antibloqueo ABS. Aunque ya faltaba poco para la llegada del Murciélago, la marca todavía no había mostrado su traca final. Ésta llegó en forma de Diablo GT y Diablo 6.0 VT, siendo el primero una versión de aspecto radical y la segunda un modelo algo más civilizado.

Lamborghini Diablo GT y 6.0 VT, el colofón de la gama

Del Lamborghini Diablo GT tan solo se fabricaron 80 unidades, que montaban un propulsor de 6.0 litros y 575 CV. Esta fue la versión más potente del modelo si no contamos la espectacular versión GTR, destinada principalmente a circuito y cuya potencia era de 590 CV. Por su parte, el Diablo 6.0 VT fue la última versión que la marca desarrolló de este modelo, y al estar bajo el paraguas de Audi en seguida se notaron las mejoras a nivel de confort y refinamiento. Su motor era el mismo V12 de 6.0 litros que montaba el Diablo GT, pero que en este caso vio reducida su potencia hasta los 550 CV.

Lamborghini Diablo

Con esta última versión el Diablo continuaba siendo el coche radical que era antes, pero ahora ya no era inconducible. Eso sí, le sirvió a la marca italiana -y especialmente a Audi- para experimentar todas las mejoras y novedades que incorporaría en el Murciélago, que se empezó a vender en 2001.

Sin duda alguna, la historia del Lamborghini Diablo está llena de curiosidades, algo lógico teniendo en cuenta que desde que se planteó como prototipo hasta que finalizó su vida comercial formó parte del catálogo de una compañía que cambiaba de manos cada dos por tres. Por cambiar, cambió hasta de diseñador, porque Gandini abandonó la compañía italiana y fue sustituido por Luc Donckerwolke. Eso sí, la llegada de Audi fue definitiva, y a día de hoy el fabricante italiano goza de una buena salud financiera. Y menos mal, porque es una de esas marcas que no deberían morir nunca.

Lamborghini Diablo 6.0 VT

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