La producción del Bentley Mulsanne ha llegado a su fin con la fabricación completamente artesanal del penúltimo ejemplar de la lujosa berlina británica, que ya espera su acaudalado propietario en Estados Unidos. Se trata de un Bentley Mulsanne Speed 6.75 Edition by Mulliner pintado en Rose Gold sobre Tungsten, y tiene el honor de ser la última unidad que recibirá un cliente de la marca. O eso creemos, porque sigue siendo toda una incógnita qué pasará con el último ejemplar de la producción del Bentley Mulsanne.
En un total de 11 años Bentley ha fabricado más de 7.300 Mulsanne en la factoría de Crewe, un modelo para el cual más de 700 personas han dedicado casi tres millones de horas en su fabricación. Mucho tiempo, ¿verdad? Pues hay más datos impresionantes.
Para fabricar la carrocería del Mulsanne se han empleado unos 42 millones de soldaduras por puntos, y del total de horas empleadas aproximadamente un tercio corresponden a la creación de los interiores de cuero. Bentley ha dedicado mucho tiempo a revisar los cuatro millones de puntos de control de calidad individual de cada modelo, y se ha pasado un total de 90.000 horas puliendo las diferentes unidades del Mulsanne. Casi nada.
Un poco de historia sobre la producción del Bentley Mulsanne
Pebble Beach 2009 fue el escenario elegido por Bentley para presentar al mundo su nueva berlina de lujo. Todo en este modelo era nuevo: diseño, chasis, interior… lo que no era nuevo pero sí que recibía algunos cambios era el indestructible motor V8 de 6.75 litros y doble turbo, que por cierto también finaliza su producción. Poco después, en 2012, Bentley introdujo algunos cambios en el Mulsanne: nuevas llantas, tapicerías de cuero en su interior, techo solar de vidrio tintado y un enfriador de botellas. Lo típico, vamos.
En 2015 se presentó la versión que protagonizaría nuestro artículo de hoy sobre el final de la producción del Bentley Mulsanne: la versión Speed. El motor era el mismo, pero recibía cambios suficientes como para pasar a desarrollar una potencia de 530 CV y un par de 1.100 Nm. También incorporó una suspensión y dirección deportivas, de manera que el Mulsanne pasó a ser una berlina que combinaba a la perfección el lujo extremo con la deportividad.
En 2016 se presentó un rediseño aún más profundo que se centró en elevar el nivel de exclusividad y lujo. A nivel estético el frontal fue renovado, así como los parachoques, el diseño de los grupos ópticos y evidentemente su interior. En el habitáculo se estrenaron nuevos asientos, se renovó completamente el sistema de infoentretenimiento e incluso se aumentó la distancia entre ejes para ofrecer un confort más elevado para sus pasajeros.
Y con el 6.75 by Mulliner todo llega a su fin…
Llegó 2020 y la marca anunció que los últimos 30 ejemplares de la producción del Bentley Mulsanne corresponderían a la edición 6.75 by Mulliner, un modelo limitado y muy exclusivo que sirve no solo para despedir la fabricación del modelo como tal, sino también al motor V8 de 6.75 litros tras 60 años de producción.
En su interior hay numerosos detalles que nos recuerdan a este mítico propulsor, como por ejemplo el tirador que sirve para cerrar las salidas de ventilación, que tiene la forma de la tapa de aceite del motor. También encontramos repartidos por todo el habitáculo los emblemas identificativos de este modelo, así como unos relojes en la consola central que lucen un fondo con el dibujo del esquema del propulsor.
A falta de saber qué hace la marca con la última unidad de producción del Bentley Mulsanne nos quedamos con la enorme exclusividad de la penúltima, que ya va camino de Estados Unidos convertida en objeto de coleccionista. Y es que no todos los días puedes tener en tu garaje el coche que pone punto y final a la fabricación de un modelo y de un motor con más de 60 años de historia…
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Mis padres dicen que cuando era pequeño me aprendí antes las marcas de coches que la tabla del 1. Ahora me sé todas las marcas, pero si sumo 2+2 me da decimal. Los coches son mi pasión, mi sueño era probarlos y escribir sobre ellos algún día… y aquí estoy. Aunque bueno, también me gusta la pizza y no ando escribiendo de ella por ahí.