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La número 2 de Colau quiere evitar que la industria del automóvil se reactive

El enemigo está identificado: ¡quieren cargarse la movilidad sobre cuatro ruedas!

Fabrica Nissan Barcelona

No hay duda de cuáles son los objetivos de ciertos políticos y en Barcelona lo tenemos muy claro: Ada Colau y su equipo han declarado la guerra al coche privado. Y no solo eso, la voluntad de evitar que la industria del automóvil se reactive después del Coronavirus es toda una declaración de intenciones. Muy peligrosas dado la importancia económica del sector del motor en España, en Cataluña y en Barcelona.

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Janet Sanz, segunda teniente de alcalde de Barcelona y responsable de Ecología y Urbanismo, declaró en un seminario web organizado por el medio digital ‘Ciclosfera.com’ que el sector del automóvil debe reconvertirse hacia sectores más limpios y eficientes. Quiere incluso que el excedente de coches que no se ha podido vender debido al confinamiento no se vuelva a colocar en el mercado. ¿Qué objetivo tienen estas declaraciones?

Es una evidencia que el mundo del automóvil está sufriendo una evolución radical: los coches eléctricos, más limpios y respetuosos con el medio ambiente, tendrán una presencia protagonista en el interior de las grandes ciudades. Y ojo, no me parece una mala idea: mucha gente utiliza el coche como medio de transporte del punto A al punto B y la gasolina y la contaminación se pueden sustituir por la electricidad.

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Ahora bien, el problema es que este odio hacia los coches va incluso más allá de los propios coches eléctricos. Da la sensación que el odio de Ada Colau hacia los coches es total y absoluto, soñando día tras día con una sociedad libre de coches, donde las bicicletas sean protagonistas. ¡Es una guerra que ya ha empezado!

La transformación hacia una Barcelona sin coches

Si vives en Barcelona, seguramente cuando saliste a dar un paseo por la zona del Eixample de la Ciudad Condal después del confinamiento te llevaste una sorpresa. Muchas calles habían pasado de dos carriles a uno, se habían eliminado plazas de aparcamiento, creado nuevos carriles para bicicletas y nuevos carriles para autobuses públicos y taxis.

Casi con ‘nocturnidad y alevosía’, el Ayuntamiento ha pegado un zarpazo casi definitivo a la movilidad en coche en Barcelona. Con calles importantes, como la Calle Valencia o la Calle de Sants, reconvertidas y con un volumen de tráfico reducido, los colapsos cuando los coches vuelvan a circular se pueden dar por descontados.

Aunque parezca increíble, el objetivo del Ayuntamiento de Barcelona es precisamente ese: entorpecer el tráfico rodado al máximo. Prohibir el uso de los coches sería una medida muy polémica que seguramente tendría consecuencias políticas. Pero entorpecerlo para que la gente termine odiando el coche en la gran ciudad y opte por otras alternativas de movilidad parece una opción más inteligente. Un chantaje en toda regla.

El Ayuntamiento de Barcelona tiene como objetivo reducir la contaminación en el centro de la ciudad, reducir el tráfico de coches privados y mejorar la calidad de vida de los barceloneses. Y me parece genial, pero no pueden entorpecer o limitar la movilidad de la gente sin aportar soluciones que puedan sustituir un sistema por otro.

Prohibir o entorpecer sin alternativa es una locura

En ciudades como Estocolmo, el Ayuntamiento pone a disposición de sus ciudadanos una serie de parkings a las afueras de la ciudad, enlazados a la perfección con el transporte público, que permite a la gente moverse de una manera limpia, inteligente y permitiendo el uso del transporte privado. Prohibir y entorpecer sin ofrecer soluciones es indignante.

Noticias como el cierre de la fábrica de Nissan en Barcelona es una tragedia para miles de familias que ven como sus ingresos se esfuman. No se puede dar portazo a una industria tan importante como la del automóvil sin tener alternativas. No se puede gobernar por gustos personales sin pensar en las consecuencias para sus ciudadanos.

El automóvil es y será una industria fundamental en nuestro país y en nuestros desplazamientos. La reconversión de esta industria en una más limpia y respetuosa con el medio ambiente es algo muy positivo, pero no se puede pretender llevarla a cabo prohibiendo y sin proponer alternativas. ¡Se necesitan soluciones! No fantasías o sueños inalcanzables en el corto o medio plazo.

 

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