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El huevo de Fabergé de Rolls-Royce. ¿Una joya más cara que sus coches?

Una obra de arte cuyo precio es difícil de calcular.

Huevo Fabergé Rolls-Royce

El huevo de Fabergé de Rolls-Royce es la típica obra de arte que te deja casi sin aliento, un objeto de súper lujo al nivel de los coches de la firma británica. Sin duda, estamos ante un objeto de arte contemporáneo donde el lujo clásico se mezcla con los gustos modernos, creando una pieza tan especial que ni nos atrevemos a hablar de cifras.

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Pero sí, aunque te cueste de creer, este huevo de Fabergé de Rolls-Royce podría ser (bastante) más caro que alguno de los coches de la marca. ¿Qué tiene de especial? Antes de nada, deja que te ponga en contexto. Los huevos de Fabergé se hicieron famosos en el Siglo XIX. Generalmente eran encargos del Zar de Rusia a la joyería Fabergé de San Petesburgo, propiedad del joyero Carl Fabergé.

Huevos de Fabergé, obras únicas y carísimas

Eran joyas con forma de huevo, que muchas veces escondían auténticas obras de arte en su interior. Obras cargadas de piedras preciosas y materiales nobles, que por su forma rápidamente se hicieron famosas. Tras la revolución rusa, muchas de estas obras se perdieron y su rareza y peculiaridad histórica propiciaron que se convirtieran en auténticos objetos de deseo para los coleccionistas: solo quedan 61 huevos en todo el mundo.

Huevo Fabergé Rolls-Royce detalle

En 2014 se vendió un ejemplar por más de 30 millones de euros. Son el Picasso de la joyería y por eso no es de extrañar que Fabergé y Rolls-Royce hayan cruzado sus caminos para crear una obra única y muy especial.

El huevo de Fabergé de Rolls-Royce empezó a andar en 2018, cuando se anunció la colaboración entre ambas marcas para la realización de un huevo de Rolls-Royce único. El resultado es abrumador, bello hasta el extremo. Es una pieza de 16 centímetros de altura y un peso de 400 gramos.

Así es el huevo de Fabergé de Rolls-Royce

Destaca su estructura de oro blanco de 18 quilates, los brazos del huevo en oro rosa y los casi 10 quilates de diamantes blancos redondos que decoran el interior de la pieza. También resulta especialmente bello los 390 quilates de amatista natural en los extremos de los brazos.

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En su interior, una figura del espíritu del éxtasis, adaptada a su tiempo, más moderna y estilizada, pero manteniendo toda su elegancia. El resultado es simplemente bello y seguro que si hay algún coleccionista de joyas y de Rolls-Royce, que seguro que los habrá, esta obra estará en su lista de prioridades.

Lamentablemente, hay bastante secretismo alrededor del huevo de Fabergé de Rolls-Royce. No sabemos quién es su dueño, tampoco su precio, ni siquiera sabemos si se ha llegado a poner a la venta. ¿Su precio? En estos casos es mejor no preguntar, te podrías llevar un susto bastante importante.

 

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