La historia del Alfa Romeo Brera es romántica. Perfecta para los que disfrutamos con esto de los coches. Porque si hay una marca en el mundo capaz de generar emoción en el diseño y la conducción como Ferrari, esa es sin duda Alfa Romeo. Y es que así lo dice su lema: ‘la meccanica delle emozioni’. La firma de Milán acostumbraba a deleitarnos con sus creaciones entre los años 30 y 60. Además, era la marca a batir en competiciones como LeMans y la Fórmula 1.Sin embargo, tras la crisis del petróleo, comenzó su declive con el lanzamiento de modelos anticuados y poco atractivos. Tras ser comprada por Fiat a mediados de los ochenta, se decidió impulsar la imagen de la marca del Biscione. Fruto de ello se lanzaron modelos como el 156, el GTV y el espectacular Alfa Romeo Brera, del que hoy repasamos su historia.
Alfa Romeo Brera: historia de su diseño
Los Alfa Romeo siempre han sido en su mayoría coches con un diseño muy cuidado, fruto de que los mejores diseñadores han trabajado en las líneas de sus modelos. Pininfarina, Zagato y Walter da Silva, diseñadores de renombre en el mundillo cuyas creaciones eran auténticas obras de culto para los más puristas, son solo algunos de ellos. Para la ocasión, fue Giorgetto Giugiaro quien se encargaría de esculpir las líneas del Alfa Romeo Brera.
Inicialmente fue concebido como un prototipo. Fue presentado en el Salón de Ginebra de 2002, y sus líneas deberían de servir para vestir al sucesor del GTV y del Spider. El Brera que se presentó en Ginebra era completamente funcional, como casi todas las creaciones de Italdesing. Estaba montado sobre la plataforma de un Maserati Coupe, con su motor V8 de 400 CV y su sistema de propulsión trasera.
El exterior del concept car había sido trabajado con dos volúmenes claramente marcados, a medio camino entre un hatchback y un coupé. Se trataba de un concepto extraño pero muy bonito. Para su parte frontal, Giugiaro se inspiró en el Alfa Romeo GT que él mismo había diseñado en los años sesenta. Estaba caracterizado por unos faros redondos y divididos incrustados dentro de un fondo negro y donde la típica parrilla triangular de todos los Alfa ganaba protagonismo.
El gran V8 que tenía bajo el capó hacía que su frontal fuera realmente largo y hacía que la cabina estuviera muy retrasada. En él también destacaban las formas redondas sobre las que se configuraba su parte trasera, y las espectaculares y enormes puertas con apertura tipo tijera. Fue tal el éxito del prototipo que Alfa Romeo decidió llevarlo a producción casi sin alteraciones estéticas, y su imagen se usó para vestir también al sucesor del 156, el 159.
El modelo de producción
Si bien te he contado que el Brera de producción apenas cambio en su apariencia estética, sí que lo hizo en sus componentes internos. En ese momento Alfa Romeo estaba enfrascada en el desarrollo de una nueva plataforma para berlinas de segmento D. Esta plataforma se desarrollaba a través de una ‘joint venture’ con General Motors y tendría que servir para concebir a las nuevas berlinas de Alfa, Saab, Opel y Holden.
Debía disponer de una buena puesta a punto para poder competir de tú a tú con las marcas premium, como BMW y Mercedes. Sin embargo, el alto coste de desarrollo de esta plataforma hizo que General Motors saliera de la ecuación. Tras este movimiento, Alfa Romeo se vio obligada a emplear esta plataforma como base para el Brera de calle a fin de rentabilizarla al máximo.
Lo malo de todo esto es que finalmente no se usaría la plataforma de Maserati, ni su motor V8, ni su sistema de propulsión trasera. Además, pese que su diseño apenas cambiaba, al usar una plataforma más corta las proporciones también se modificaban y su diseño no quedaba tan espectacular como el esbozado por Giugiaro. Una auténtica pena.
Interior y motores del Alfa Brera
Para el interior también se había prescindido del diseño realizado por Giugiaro. En su lugar se montó el mismo interior que había sido desarrollado para el 159, que si bien suponía un gran salto adelante comparado con lo que se había visto en los Alfa más antiguos y contaba con unas calidades bastante buenas, no iban del todo acorde con el coche que se trataba.
Por propio concepto, se trataba de un 2+2. Sus plazas traseras eran cómodas y aunque sus ventanas posteriores eran pequeñas y dejaban pasar poca luz, el techo completamente de cristal solventaba esa papeleta. De partida, la gama de motores estaba compuesta por un motor diésel 2.4 JTDm de 200 CV, 5 cilindros y 400 Nm de par máximo, cuyos problemas de fiabilidad obligaron a lanzar una revisión que alcanzaba los 210 CV.
Por otra parte, contaba con dos mecánicas gasolina. El de acceso era un 2.2 JTS de 185 CV, que básicamente gastaba mucho y andaba poco, y un 3.2 JTS de 260 CV de origen General Motors que, de nuevo, gastaba demasiado para lo que corría. Eso sí, su sonido era celestial.
Al final de su vida comercial el 2.4 diésel fue sustituido por la última evolución del 1.9 JTD, un dos litros y 170 CV más ligero y que movía con soltura los más 1400 kg del conjunto. También recibió un nuevo motor de gasolina para sustituir el 2.2 JTS, el venerado 1750 TBi con turbocompresor y 200 CV de origen 100% Alfa. Motor que más tarde sería montado en los Giulietta Quadrifoglio y 4C con hasta 235 CV.
El concepto del Alfa Romeo Brera era brillante, no tanto la ejecución
Un precioso diseño de coupé gran turismo al más puro estilo italiano no fue suficiente argumento para convertirse en un superventas. Lanzado al mercado casi por aclamación popular, Alfa Romeo mató parte de su encanto al emplear otra plataforma diferente a la de Maserati. Por otra parte, los motores tampoco acompañaron al Brera, que solo al final de su vida comercial gozó de propulsores a la altura del coche.
Desgraciadamente, el precio también contribuyó a las bajas ventas del Alfa Romeo Brera, que terminó su andanza comercial en 2010 con tan solo 21.780 unidades vendidas. Un futuro clásico que ahora puedes encontrar en el mercado de segunda mano entre 3.000 y 14.000 euros. Ahora bien, las unidades más baratas corresponden con las versiones diésel con un buen número de km a sus espaldas.
Por otro lado, las bajas ventas en sus últimos años hacen que las versiones 1750 TBi se hayan convertido en un unicornio. Son muy difíciles de encontrar y tienen precios prohibitivos. Pero si quieres un coche cómodo y sobre todo bonito para no hacer muchos kilómetros, el 2.2 JTS puede ser una buena opción.